Una vez al mes procuramos acudir a alguna reunión de networking, alguna ponencia, charla, congreso o feria. Lo hacemos porque nos conviene en todos los sentidos: para estar al día, porque pueden salir proyectos, es decir, trabajo, pero también porque nos gusta «cotillear», nos gusta el ambientillo de una feria y ante la exposición de un ponente, miles de ideas acuden a nuestra cabeza incluso dejándonos colapsados mentalmente. Sí, salimos desbordados pero animadísimos. Bueno, en fin, que nos dan vida.
En estos eventos, hemos ido aprendiendo a comportarnos con naturalidad, pensando en lo que nos apetece hacer o aprender o decir o conseguir, pero observamos que no son pocos (nosotros mismos al principio) los que se muestran con actitud de venta agresiva, de estar peripuestos, de querer cerrar contratos o quedar bien adulando a la persona «de interés». Sinceramente estos eventos también hay que enfocarlos para ser uno mismo, pasarlo bien y escuchar cosas interesantes, para abrir el corazón y la mente. Hay que relajarse y dejarse llevar porque cuando uno está agarrotado y con un objetivo demasiado explícito en la venta no hace otra cosa que limitan las posibilidades. Porque a veces los acuerdos llegan con algo que jamás te imaginaste. A veces las soluciones están en lo más simple.
Por esto escribimos en esta entrada sobre la idea de ser más natural, de no ir a la yugular de las personas, de que cuando conozcáis a alguien interesante para un posible proyecto, vayáis poco a poco, con el objetivo claro, pero sin ir a matar. Con las ideas claras, pero disfrutando de esa compañía, de conversaciones interesantes y de nuevas y frescas ideas.
¿Creéis que una imagen menos oportunista ofrece mayor atractivo a la hora de abrir las puertas para una negociación? Esperamos vuestros comentarios.