Estos días estamos teniendo la oportunidad de presentar las jornadas para la creación de empresas del programa Empréndelo de la Comunidad de Madrid. Las jornadas van dirigidas a presentar el itinerario formativo de este plan por lo que en cinco horas nuestro cometido es el de explicar en qué consiste el itinerario y el de motivar a esos posibles emprendedores a la creación de empresas a través del curso que se propone. En definitiva, desarrollar e incentivar su capacidad de emprendimiento.
Pero en este post no tratamos de explicar el curso sino de trasladar nuestras impresiones sobre la realidad emprendedora de los madrileños. Las jornadas van dirigidas a diferentes colectivos, que podríamos concretar en tres: los grupos de personas realmente interesadas en poner en marcha una empresa, los grupos de alumnos de FP y los grupos de alumnos de talleres de oficios y los alumnos de cursos de la antes llamada formación ocupacional (preferentemente dirigida a desempleados).
En primer lugar…
Los grupos de alumnos de talleres de oficios y los de grupos de cursos ocupacionales son los que menos iniciativa emprendedora tienen y cuando les preguntamos por sus inquietudes y perspectivas, nos cuentan que ya tienen una trayectoria de fracasos, un largo estado de desempleo (algunos incluso de dos o tres años) y una escasez de recursos económicos que les impide, según ellos, emprender cualquier negocio. Cuando les hablamos de que también un autónomo es un empresario, nos comentan que los autónomos están muy desprotegidos y que tienen que pagar muchos impuestos.
En los grupos de alumnos de FP, muy jóvenes en su mayoría, encontramos una posición menos pesimista, encontrándose todos ellos al principio del camino profesional, existe en ellos personas con iniciativa empresarial. Lógicamente, la mayoría de los alumn@s tienen la intención de trabajar por cuenta ajena durante los primeros años, decisión que comprendemos perfectamente y con la que esta,mos de acuerdo.
Por último, los grupos formados por personas que se apuntan libremente atraídos por la idea del autoempleo incluyen varios perfiles, entre los que encuentramos emprendedores que lo tienen claro, con el plan incluso avanzado o con la empresa ya en funcionamiento a falta de mejorar en el aspecto de la gestión. También adviertimos la presencia de personas que debido a la difícil coyuntura económica actual, piensan en la posibilidad del autoempleo, sin tener aún del todo claros ni el proyecto, ni las fechas de puesta en marcha. Por último, un grupo de curiosos posibles futuros emprendedores, que trabajando por cuenta ajena o en situación de desempleo, sueñan con un futuro como empresari@s pero que aún ni siquiera tienen en mente la idea de negocio.
En segundo lugar…
Lo que más nos llamado la atención es que por norma general, los grupos de personas con más tiempo en situación de desempleo son precisamente los que menor iniciativa emprendedora tienen. Es curioso como nos comentan que esperan que el sector público los contrate, que la culpa es del gobierno y muchos opinan que también de los inmigrantes.
Sin embargo, la coyuntura económica afecta a todos por igual, no existen emprendedores “millonarios” en las aulas y lo que diferencia a unos y a otros es el empuje y la voluntad, aspectos desligados de la clase social y económica.
Por supuesto y, sin la intención de herir susceptibilidades, todos estos datos son genéricos y claro está que en cada grupo hay de todo, si bien, identificamos unas características generales que son de las que hablamos.
Por otra parte, es curioso cómo en los grupos con mayores problemas de desempleo la indisciplina es contundente, teniéndo que actuar con ellos como si fueran niñ@s o adolescentes, aspecto que debería resultarles vergonzoso. Son jornadas en las que tenemos que alzar la voz para pedir silencio continuamente.
En los cursos de personas interesadas, la mayoría de participantes son grupos multiculturales, algunos desempleados, aunque la mayoría trabajadores y con mayor nivel de estudios que los grupos de talleres y cursos ocupacionales.
Con todos estos datos recabados y la experiencia vivida no sólo en estas jornadas sino a lo largo de nuestra trayectoria profesional, consideramos que el problema no está en las competencias profesionales de cada taller o de cada curso ocupacional (que se supone que adquirirán al final de la acción formativa), sino de aspectos más espirituales y éticos, motivacionales, de desarrollo de la proactividad y la iniciativa.
Para terminar…
Es evidente que no todas las personas quieren ser empresarios, así como no todos vamos para abogados o panaderos, pero sí es cierto, que en estos colectivos, el problema de un largo desempleo también viene determinado por la manera de afrontar las circunstancias, que repito, también son para otras personas las mismas. La indisciplina, la poca iniciativa, el echar las culpas al empedrado, no son la opción para mejorar.
Por tanto, nos gustaría concluir este post diciendo que debería incluirse un programa de alfabetización funcional, motivación, disciplina, fomento de la autoconfianza y orientación personalizada para que estos colectivos aprendan a cambiar el enfoque de su filosofía. Que les convierta en ciudadanos que no esperan sino que se ponen en marcha con criterio.
De paso, otra necesidad que advertimos es la de la alfabetización digital. No comprendemos cómo en los talleres y cursos ocupacionales no se incluye la competencia digital y comentamos ésto porque les preguntamos “que levante la mano el que sepa manejar el ordenador a nivel de usuario” y son tres…
Por supuesto, no les hacemos responsables a ellos, sino al sistema por no formar adecuadamente a estas personas y no motivarlos.
Y repetimos, todo esto que comentamos no es una percepción… es una realidad y cualquiera que esté trabajando en la formación con personas de diferente nivel cultural puede darse cuenta.
¿Tenéis alguna experiencia al respecto? ¿Qué pensáis de estas reflexiones que exponemos?